Publicado en la Silla Vacía el 23 de Agosto de 2011
Es común en Colombia la observación que somos los hombres quienes, por taras patriarcales milenarias, nos oponemos al aborto. Hace unos años, se empezó a hablar de una nueva motivación, la crisis de la masculinidad, que llevó a la reivindicación de la paternidad, con el mismo resultado: ellas quieren la IVE, ellos no. “Ya es muy representativo el número de hombres que exigen que la mujer no aborte, así ella lo desee, y que en lugar de esto, tengan el hijo y se los entregue”.
En su Parábola de Pablo, Alonso Salazar relata un incidente que no encaja en estos guiones. El Patrón, por amor a Victoria, Juan Pablo y Manuela, se propuso nunca tener hijos por fuera de su matrimonio.
“En alguna ocasión una de sus novias ocasionales quedó en embarazo
- Yo no quiero que tengas el hijo, le dijo él secamente
- Yo lo quiero tener, replicó ella
- No, no puedes
Ante la estricta negativa la joven planeaba marcharse a tener su hijo a Estados Unidos. Pablo la invitó a Nápoles para tratar de convencerla por última vez. Sus argumentos, primero suaves y luego amenazantes, fueron inútiles. Ella se empecinó. Entonces Pablo hizo una seña y de uno de los cuartos salieron Pinina, la Yuca, Arcángel y un médico. La mujer no comprendía nada. La tomaron a la fuerza, la inyectaron y dopada la llevaron al puesto sanitario de la hacienda. Pablo salió para no escuchar los gritos y súplicas de la mujer. Sus hombres, asesinos a sangre fría, sintieron náuseas y vértigo cuando el médico empezó a extraer el feto … El Patrón quedó achantado durante varios días. Le dio duro hacerle eso a esa mujer”.
Este caso deja claro que lo relevante no es ser pro o anti aborto, sino la posibilidad de que, en caso de desacuerdo, sea la mujer quien decida. Fuera de los "actores armados", una INVE tan extrema no debe ser común en Colombia. No se puede decir lo mismo del desacuerdo previo: ella quiere tener el hijo pero él no. Por ejemplo porque, como Escobar, ya tiene prole por su lado. A juzgar por el silencio que las rodea, situaciones como estas parecerían ser atípicas. Pero ocurren. Uno de los escándalos que, por los años setenta, causó revuelo en mi casa fue el de la amante de un amigo de mi papá que -por ahí empezó el chisme- “no quería irse con él para Nueva York”. El caso para mí fue llamativo pues era la primera vez que mi mamá, siempre crítica de las mujeres “que ponían la cascarita”, estaba indignada a favor de una de ellas.
En la investigación sobre aborto que se hizo en el Externado en los años noventa, se encontró que una proprorción no despreciable de mujeres "expresó haber sido sometida a presión por parte del compañero para realizar el procedimiento”. Además, las situaciones en las que el hombre presiona a la mujer a la INVE son aquellas “vividas con mujeres que no son compañeras estables o dentro de relaciones esporádicas, accidentales, ocasionales”.
Es imposible saber qué tan comunes son estos casos en Colombia actualmente. Alguna información indirecta permite sospechar que puede haber mucho futuro hijo más deseado por ellas que por ellos. Por ejemplo, la infidelidad, en todas sus versiones, sigue siendo un territorio más masculino que femenino; ser separado disminuye la oposición al aborto sólo en los hombres y la unión libre parece ser el arreglo de pareja preferido por ellos, siempre que no haya hijos. Sobre estos temas habrá que volver.
Sin duda la INVE es de interés para el debate. Sobre todo en un país en el que la sucursal -abierta o a la tapada, fugaz o duradera- es una institución tan bien establecida. Y donde, por lo tanto, un embarazo sorpresivo puede ser más incómodo para el lado masculino. ¿Será dar mucha papaya sugerir que en casos como estos –ella quiere un hijo y él no- facilitar la interrupción del embarazo no necesariamente le conviene a las mujeres sino que, por el contrario, favorece a los hombres?
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