En el
año 2009 un conocido actor tuvo un romance furtivo con su coprotagonista en una
comedia. La engañada esposa de casi dos décadas, madre de un hijo suyo, lo
agarró in fraganti, hizo público el affaire y anunció el inminente divorcio. Le
explicó a la prensa por qué, a pesar del amor que aún sentía, había tomado la
dolorosa decisión de separarse. Pillado y encartado, el galán acabó por darle la
espalda a su amante pidiéndole que abandonara el grupo de teatro.
Unas semanas
más tarde Florence Thomas, en uno de esas cartas públicas con los que reprende
a cualquiera que atente contra las mujeres, regañaba al actor. No lo hacía por
haberle puesto los cuernos a su cónyuge, ni siquiera por cortar con la amante.
Le reprochaba haberse dejado involucrar en el escándalo. El doble sufrimiento
femenino le pareció simple daño colateral poco digno de empatía o reflexión. En
un arranque literario dejó una memorable oda a la infidelidad: "el amor es
nómada, el amor es precario, es frágil, y el deseo es caprichoso, vagabundo y
aventurero”.
Recientemente,
tras el pobre debate sobre el matrimonio igualitario, la misma Florence Thomas,
siempre refractaria a la noción de compromiso en la pareja, tuvo que hacer
maromas para resumir en una columna la gran contradicción del feminismo contemporáneo
frente al matrimonio: fundamental para las parejas del mismo sexo pero en últimas
mediocre y caduco como institución para la gente progresista, para quienes
realmente conocen el amor sin ataduras artificiales.
El sonado
divorcio por cuernos de farándula no es un evento aislado. De acuerdo con la
última Encuesta Nacional de Demografía y Salud, la infidelidad masculina es la
razón más aducida (35%) por las mujeres colombianas para haberse separado. Las
dos siguientes causales, violencia conyugal (23%) e “incumplimiento de deberes”
del hombre (11%) también podrían estar relacionadas con alguna sucursal
clandestina. Las aventuras extra conyugales femeninas apenas alcanzan el 1% de
las razones de separación.
Una bajísima proporción de las divorciadas por
infidelidad se vuelve a casar. Algunas optan por la unión libre, pero la
mayoría de ellas reportaron no vivir emparejadas en el momento de la encuesta.
Casi todas tienen hijos, y su número es similar al de las madres solteras en el
país.
A pesar
de lo insulsa que ha sido la discusión sobre las ventajas del matrimonio para
todos, tal vez contribuya a que la feminista con más tribuna del país deje de
trivializar la infidelidad y empiece a tomarse en serio sus secuelas.